
Miér y Noriega parece estar despertando lentamente de un largo letargo en lo que respecta a la educación física y las actividades deportivas. Aunque se ha dado un paso positivo con la reciente inauguración de las Escuelas Deportivas bajo la Dirección de Deportes, encabezada Alfredo Rivera, surgen muchas preguntas sobre si este esfuerzo será suficiente para cubrir las necesidades reales de los niños y niñas de la región.
El deporte y la educación física no son solo una distracción o una opción extracurricular; son fundamentales para el desarrollo físico, social y emocional de los menores. En un contexto en el que los problemas de salud como la obesidad infantil y el sedentarismo aumentan a nivel nacional, los niños deben estar más activos, no solo para mejorar sus capacidades motrices, sino también para fortalecer sus valores, habilidades sociales y capacidades de trabajo en equipo. Sin embargo, parece que Mier y Noriega apenas comienza a comprender la magnitud de este desafío.
La inauguración de las Escuelas Deportivas es, sin duda, un avance significativo. Este programa estará dirigido a niños y niñas de 8 a 10 años, un grupo clave en el que se pueden sentar las bases de una vida saludable y activa. Según Alfredo Rivera, el objetivo del programa es no solo mejorar las capacidades motrices de los menores, sino también fomentar la integración social y el desarrollo de valores como la disciplina, el respeto y la solidaridad.
No obstante, muchos se preguntan si un solo programa de estas características será suficiente para cubrir las grandes deficiencias en actividades deportivas para niños y niñas en la región. La falta de infraestructura adecuada, la escasa oferta de actividades físicas extracurriculares, la ausencia de entrenadores capacitados y la falta de implementación de la educación física en las escuelas son solo algunos de los obstáculos que dificultan un desarrollo pleno en este ámbito.
Por otra parte, la cultura deportiva también está rezagada. En muchos hogares del municipio, el deporte no ocupa el lugar primordial que debería tener, y el acceso a equipos o entrenadores calificados es limitado, lo que representa un reto para muchos padres. Sin un impulso más decidido, Mier y Noriega podría seguir quedándose atrás en un tema tan fundamental como la formación física y mental de sus jóvenes.
Es claro que Mier y Noriega tiene un largo camino por recorrer. La reciente puesta en marcha de las Escuelas Deportivas es un buen comienzo, pero para que esta iniciativa realmente marque la diferencia, es necesario que el municipio invierta más en infraestructura deportiva, capacite a entrenadores y abra más espacios para que los niños participen no solo en actividades recreativas, sino también en programas especializados que los preparen para un futuro saludable y competitivo.
El deporte no es un lujo, es una necesidad, y Mier y Noriega no puede seguir durmiendo. La pregunta ahora es: ¿La nueva administración se quedará atrás o finalmente se pondrá al día para brindar a sus niños las oportunidades que realmente merecen? El tiempo dirá si estas actividades serán solo un sueño pasajero o el inicio de un cambio real en el municipio.