
El cáncer de mama es una de las enfermedades más antiguas y comunes que afectan a las mujeres, aunque también puede presentarse en hombres. A lo largo de la historia, la forma en que se ha entendido y tratado esta enfermedad ha evolucionado significativamente, desde los tiempos antiguos hasta la era moderna. En el marco del mes de la prevención contra dicha enfermedad, conoce el impacto de los avances médicos en la mejora de la calidad de vida de las personas afectadas.
El cáncer de mama tiene sus primeras menciones en textos del Antiguo Egipto. En el papiro de Edwin Smith, escrito alrededor del año 1600 a.C., se describe una enfermedad que afecta a los senos, y se menciona que «no existe tratamiento» para ella. Este documento es uno de los primeros registros sobre tumores en el cuerpo humano, lo que demuestra que el cáncer de mama ha sido una preocupación desde hace milenios.
Durante la Grecia y Roma antiguas, el cáncer de mama era observado por médicos como Hipócrates y Galeno. Hipócrates, conocido como el «padre de la medicina», desarrolló la teoría de los «humores», en la cual el cáncer era atribuido a un exceso de «bilis negra» en el cuerpo. Galeno, por su parte, reforzó esta teoría y propuso que los tumores cancerosos eran el resultado de un desequilibrio corporal. En esta época, no existía una cura efectiva para la enfermedad, y el tratamiento consistía en medidas paliativas o intentos quirúrgicos primitivos.
En la Edad Media, el conocimiento médico era limitado, y la medicina estaba profundamente influenciada por las teorías antiguas. Los tumores en los senos se trataban, en ocasiones, con métodos quirúrgicos extremadamente rudimentarios, aunque estos procedimientos solían ser peligrosos debido a la falta de higiene y a la escasa comprensión de la anatomía humana. A lo largo del Renacimiento, los avances en el estudio del cuerpo humano, impulsados por artistas y científicos como Leonardo da Vinci, contribuyeron al progreso en la comprensión de la salud y las enfermedades, aunque el cáncer de mama seguía siendo una afección mal comprendida.
Durante los siglos XVIII y XIX, la cirugía comenzó a ganar terreno como un tratamiento para el cáncer de mama. En este periodo, se hicieron avances en la técnica quirúrgica, y algunos médicos empezaron a realizar extirpaciones más extensas de los tumores mamarios. Un hito importante ocurrió en 1882, cuando el cirujano estadounidense William Halsted desarrolló la mastectomía radical, un procedimiento que consistía en la eliminación completa del seno afectado, los músculos pectorales y los ganglios linfáticos cercanos. Aunque este método era extremadamente invasivo, se consideraba uno de los pocos tratamientos efectivos disponibles en ese momento.
El siglo XX marcó un cambio significativo en la forma de tratar el cáncer de mama. A medida que la medicina progresaba, se desarrollaron nuevos enfoques, como la radioterapia y la quimioterapia, que complementaban las opciones quirúrgicas. Durante los años 70, los médicos comenzaron a realizar cirugías más conservadoras, como la mastectomía parcial o lumpectomía, donde solo se eliminaba una parte del tejido mamario afectado. Además, la introducción de la mamografía como herramienta de detección temprana ayudó a reducir las tasas de mortalidad, ya que permitía identificar la enfermedad en etapas iniciales.
Hoy en día, el tratamiento del cáncer de mama ha alcanzado un nivel de complejidad sin precedentes, gracias a los avances en la biotecnología y la investigación genética. Las terapias dirigidas, que se basan en el perfil genético del tumor, permiten tratamientos más específicos y efectivos. A su vez, las campañas de concienciación han fomentado la autoexploración mamaria y las revisiones periódicas, lo que contribuye a la detección temprana, un factor clave para mejorar las probabilidades de supervivencia. El progreso continuo en la investigación también ha permitido identificar factores de riesgo y desarrollar tratamientos menos invasivos, que preservan la calidad de vida de las pacientes.
A lo largo de la historia, el conocimiento sobre el cáncer de mama ha evolucionado drásticamente, desde las teorías antiguas sobre desequilibrios en el cuerpo hasta los avanzados tratamientos personalizados de hoy en día. Aunque en épocas anteriores el diagnóstico de cáncer de mama era sinónimo de una enfermedad incurable, los avances en la medicina y la tecnología han permitido que muchas personas superen la enfermedad y continúen con vidas saludables. La lucha contra el cáncer de mama sigue siendo un esfuerzo continuo, pero cada nuevo descubrimiento y avance médico nos acerca más a un futuro donde esta enfermedad sea cada vez más controlable y tratable.